viernes, 3 de agosto de 2007

Mientras Dormimos


Dándole un vistazo a la historia de quines se han considerado los ideólogos del MAS, fácilmente podemos darnos cuenta que el trabajo por dominar a todos quines vivimos en Bolivia es de mucho tiempo, desde luego apoyados por los partidos que también han buscado hacer desaparecer la identidad de una lucha en el departamento cruceño. Sino fuese así, ¿entonces por que se hizo un censo en el 2001 con preguntas inducidas a responder de qué raza era uno? ¡Y nunca se mencionó la mestiza!, los gobiernos que nos han regalado, tienen más culpa y responsabilidad inclusive que el actual. Por eso alardean que son el 70% de indígenas en Bolivia. Por esta razón es bueno analizar a quien es uno de los ideólogos del indianismo, me refiero a Pablo Mamani Ramírez y en particular su libro Geopolíticas Indígenas, quien cree que los indígenas están en un proceso sistemático de recuperación territorial, en diferentes espacios geográficos y sociales, pues hay un constante cuestionamiento a las estructuras de los dominantes y principalmente a la explotación económica. Esa actitud de los movimientos indígenas posibilitará la recuperación de su Qullasuyu, pero no lo cree y ni lo hace fácil, pues visualiza dos proyectos antagónicos, como el “proyecto indígena popular anclado en la llamada agenda de octubre de El Alto y el proyecto oligárquico de los grupos de poder de Santa Cruz de la Sierra”, estos proyectos abismalmente opuestos, sin síntomas de poder ser conciliables, le exige el preguntarse si la Asamblea Constituyente ¿podría convertirse en ese verdadero escenario de negociación democrática y abierta, que permita diluir esos antagonismos, o por el contrario será el espacio de separación definitiva entre ambos proyectos?, las preguntas que se formula Mamani nos llevan a un ambiente de un sueño que de seguro puede compartir con otros muchos pensadores aimaras, como es la separación de un país que no les respondió nunca, o la dominación a las minorías. El indianismo, como pensamiento ideológico de identidad les permite una construcción discursiva que esté de acorde a su propia vivencia cultural y política. Por eso su constante oposición a la expropiación de las tierras de sus ancestros y a la reducción a parcelas de subsistencia donde lo que se ha logrado es la reubicación de la población indígena - hoy mal llamada campesina -, donde la imposición de nuevos idiomas, particularmente el castellano, arrancó de cuajo en muchos lugares la identidad de las poblaciones indígenas, las cuales han quedado reducidas e inclusive algunas han llegado a la desaparición paulatina. Esa visión que los indígenas identifican como el causante al blanco-mestizo les a posibilitado en especial al Qulla utilizar el sistema de los saraqa, que viene a ser la forma de extender su territorio y penetrar a zonas orientales como Pando, Beni y Santa Cruz, al igual que Tarija territorializando su costumbre, en el uso de las polleras, las abarcas y en lo culinario, con el consumo del ch’arki, el idioma predominante es el aimara y el qhiswa y se a generalizado el ritual del akuliku de la hoja de coca. Ese gran movimiento de los indígenas del altiplano hacia el oriente, les permite pensar que si ellos han hecho la revolución del 52 en los Andes, la próxima revolución se dará en las tierras del oriente y eso ya es una guerra regional entre qullas y cambas. El cerrar los ojos a los movimiento sociales del MAS, es desconocer que siempre han alimentado a la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia, el Consejo de Ayllus y Marcas, la Confederación Indígena del Oriente Boliviano y a muchos profesionales, quienes se han dado la tarea de planificar la toma de tierras, para fundar un verdadero territorio indígena o bien podría ser un territorio qulla, tal como lo manifiestan en Yapakani (así lo escribe), San Julián (tomado como el bastión de los movimientos anti-élites cambas), Cuatro Cañadas y El Torno. Estos movimientos reconocidos como avanzadas, les a permitido lograr constituir una especie de hegemonía qulla por la forma de organización, aunque políticamente aún no han logrado –en algunos- el dominio de las Alcaldías y de otras organizaciones e instituciones que se mantienen en manos de los blancos-mestizos ligados a los oligarcas y grupos de poder de Santa Cruz y al Comité Cívico Pro Santa Cruz. En Geopolíticas Andinas los indígenas del oriente pasan como aves de verano, el momento de utilizarlos es por el simple hecho de ser del montón y poder identificar el movimiento como indígena, pues gran rédito internacional les dio al MAS vender una imagen de esclavos por 514 años y 184 años de marginados. Según Mamani, el hecho de que los indígenas del oriente rechacen algunos valores culturales andino o kolla y que no mastiquen coca o consuman el ch’uñu, tienen estas poblaciones mayor tendencia a convertirse “en cambas o mestizos de las tierras bajas”. Todos esos movimientos han permitido con el transcurrir del tiempo que también la élite indígena ofrezca sus símbolos que los identificaba y que ahora es la identificación del mundo indígena (inclusive el oriental) y es la Wiphala. Por ello la constante lucha de los indígenas en recuperar y conquistar más territorio hasta estructurar el Qullasuyu, inclusive despojando a los cambas del territorio que estos consideran pueden ser Autónomos. Los indígenas del Occidente poco a poco han ido amalgamando conceptos bastante claro de lo que quieren con el territorio que por el momento le pertenece a los bolivianos, pues han considerado que “el país se dirige hacia una lucha social generalizada”, en la cual los blancos-mestizos insisten en mantener una Bolivia con las viejas estructuras. Pero aun van más allá, pues con el 70 % (que consideraban tener de Asambleístas) de Asambleístas indígenas, estos cambiarían toda esa configuración social y jurídica del país, pero al no lograr el 2/3, como lo habían planeado, ellos han pensado ya “en una revolución india, lo que significaría la destrucción de Bolivia como país, bajo una profunda revolución política, económica, social y territorial y es la reconstrucción del gran Qullasuyu, con un nuevo modelo político, económico, cultural, social y territorial”. Esto permitiría la anulación o destrucción y su deslegitimación total del poder blanco-mestizo. Ese proceder del indigenismo occidental identificado con la etnia aimara exclusivamente para destruir el modelo productivo cruceño lo refleja Mamani con que, los conflictos étnicos se han territorializado, entre los indígenas (los sin tierra, comerciantes, obreros, profesionales) y los terratenientes agroindustriales y los funcionarios del Estado y la Unión Juvenil cruceñista de Santa Cruz. Es verdad que una buena causa no tiene padre y el discurso utilizado por los intelectuales indígenas a tenido mejor mercado que el nuestro, los motivo son bastantes claros, muchos medios de información o programas de opinión, con el mote de objetivos han destruido la institucionalidad cruceña, cosa que no sucedió en el Occidente y mas bien aumentaban esa “objetividad” pero contra Santa Cruz y sus instituciones. Es así, que ahora con sus cinco levantamientos aimaras se han beneficiado para estructurar sus pedidos y posicionar su pensamiento, como por ejemplo; primer levantamiento: 9 de abril del 2000, las voces indígenas exigen un autogobierno indígena. Segundo levantamiento, septiembre del 2000, la Wiphala como símbolo de la elite indígena es tomada como símbolo de los movimientos indígenas, interponiéndose a los símbolos de dominación q’ara. Tercer levantamiento, junio-julio del 2003, se organiza el Estado Mayor indígena, declarando la guerra civil indígena y estado de sitio indígena, siendo el epicentro la localidad de Rojorojoni, donde se pretende implantar un Estado aimara con profundo respeto e interrelación con los otros pueblos, aunque no así –según ellos- con los q’ara. Cuarto levantamiento, octubre del 2003, caen mas de 70 indígenas y cientos son heridos, este levantamiento rápidamente se propaga a otras regiones del occidente. Quinto levantamiento, mayo-junio del 2005, se exige la nacionalización de los hidrocarburos, la Asamblea Constituyente y se hace una férrea oposición a las Autonomías departamentales. Esos levantamientos que el autor lo identifica desde el punto de vista indianista, nos vuelve a los conflictos étnicos por el territorio, pues según él, ya no hay vuelta atrás, y mas tarde o mas temprano los cambas (élites cruceñas) y los kollas (trabajadores de los Andes en territorios de Santa Cruz y Tarija) implícitamente -nos dice- tendrán que enfrentarse y surgirá un verdadero Estado aimara o kolla. Los indianistas están dispuestos a que en un futuro no muy lejano el proyecto Pan Qulla, que es la recuperación del sentido histórico y práctico del Qullasuyu, permita la retoma de ese territorio usurpado por las y los colonizadores españoles, hoy en manos de los blancos-mestizos. Según el criterio de los líderes indianistas, “cuando algún día esto ocurra, no habrá ejercito, ni fuerza, ni argumento “racional” que valga. Ese rato el histórico Qullasuyu se reconstituirá como un poder histórico. El autor de Geopolíticas indígenas, es un firme convencido que las autonomías en nada beneficiaría la Constitución de un Gran Estado Indígena, por ello asegura que los indígenas al tener un profundo sentimiento de posesión deben recuperar las tierras, logrando cada vez que los blancos-mestizos nos vayamos haciendo ilegítimos del mismo lugar en el cual nacimos y somos originarios.

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